Analista, escritor, emprendedor. Roger Santodomingo observa -como la mayoría de los críticos- lo que ocurre en su Venezuela desde un obligado y amargo exilio. Activista incansable, el hombre que promueve el uso de la tecnología para la inclusión está preparando un nuevo libro de “historia-ficción” que promete tanto como su biografía de 2013 –De verde a Maduro: el sucesor de Hugo Chávez– sobre el actual dictador.
Por Laureano Pérez Izquierdo / Infobae
Santodomingo teme que la pesadilla de perpetuidad del régimen se convierta en realidad. Por eso trabaja desde 2013 en Washington, Estados Unidos, donde se estableció luego de la publicación no autorizada sobre la vida de Maduro y trabajó junto a Moisés Naim en su programa de televisión. Actualmente se dedica a un ambicioso proyecto tecnológico que lo alejó del análisis periodístico cotidiano. “Mi objetivo es contribuir a recuperar nuestro control soberano de la identidad de manos de los cubanos e impedir que vuelva a surgir una nueva Smartmatic en Venezuela“, señala en diálogo con Infobae. Para ello creó CITIZENZ una start-up para desarrollar tecnología “para identificación, gobernanza y propiedad intelectual“, como señala en su sitio personal.
– ¿Hasta qué punto ve al régimen de Maduro influenciado por el castrismo?
– Fíjese en este dato. De fuente de la marina petrolera puedo afirmarle que cuando en Venezuela hay escasez hasta de combustible, las embarcaciones venezolanas no han dejado de despachar petróleo a Cuba. El régimen cubano es el alfa y el omega de Maduro. Desde el momento de su elección como su canciller y luego como sucesor de (Hugo) Chávez, su mandato ha estado influido por el régimen castrista y su destino final también dependerá de la continuación del soporte que le da la dictadura cubana. Documentos recientemente revelados demuestran que los convenios de cooperación de Cuba y Venezuela en efecto implican una renuncia de la soberanía venezolana en el control de sus sistema de inteligencia, de defensa, registro civil y de identidad de los ciudadanos. El aparato de seguridad cubano protege a Maduro quien desde 1987, cuando regresa a Caracas, luego de formarse políticamente en La Habana se convirtió en su hombre clave en Venezuela. Con el ascenso de Maduro, Cuba solo ha reforzado el control de instituciones fundamentales del país que inició efectivamente en el 2003, con Chávez en el poder. Hoy no se podría entender el funcionamiento de Venezuela sin la influencia cubana.
– ¿En qué se diferencian Nicolás Maduro de Hugo Chávez, si es que existe alguna diferencia?
– Hay muchas diferencias: de carácter, formación, el alcance de su liderazgo y de su visión. Sin embargo, es claro que la mayor diferencia que se manifiesta en resultados políticos es que Chávez corrió con suerte y durante su mandato el país rebosaba en petrodólares. Poco después del ascenso al poder de Maduro empezó la crisis de precios del petróleo, lo que demostró que el modelo económico chavista es insustentable. La frágil paz social terminó por resquebrajarse. Todo empezó a desmoronarse y se hizo más que evidente la organización corrupta, mafiosa y opresiva del sistema que construyó el chavismo.
– ¿Cómo califica la penetración de otros países y regímenes -como Rusia, China, Irán y la propia Cuba como ya nombramos- en la política y la economía de Venezuela?
– A diferencia de Cuba, los otros países que mencionas están fuera de este hemisferio. Esos países encontraron una oportunidad para hacer negocios jugosos y proyectar su poder de manera inédita en este continente. El sistema “multipolar” que quiso abanderar Chávez en realidad fue un mecanismo de protección frente a la presión internacional, en particular de las democracias del continente. Esto pone a Venezuela en el epicentro de un conflicto global que, a diferencia de la Guerra Fría, cuando la ideología era la frontera que separaba al mundo, hoy la competencia es entre el liberalismo democrático y regímenes controlados por oligarquías, regímenes autoritarios que ejemplifican todos estos países que menciona.
– Usted habla, con razón, de que Maduro lo único que hace es intentar ganar tiempo. ¿Cuál cree que sea la forma para que ese tiempo se acorte?
– Cuando entendamos que ya estamos en un conflicto de nueva generación y que este no hará sino extenderse. No vivimos una guerra convencional sino un conflicto del siglo XXI y uno que, al menos en Venezuela, Occidente está perdiendo. Esto alineara a aliados y pondrá en cintura a algunos países y a ciertos líderes opositores que no entienden la importancia de la unidad disciplinada y sólo calculan de acuerdo a sus intereses de corto plazo. Las sanciones actuales deben continuar estrechando el cerco alrededor del régimen y sus aliados y, mas temprano que tarde, una amenaza militar creíble debe comenzar a establecerse como disuasión. Cuando las democracias de Occidente se enteren de que no pueden perder este conflicto empezaremos a ver un cambio y la cuenta regresiva de Maduro.
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– ¿Considera que la oposición venezolana respalda absolutamente al presidente interino Juan Guaidó?
– Guaidó quizás es lo mejor que le ha ocurrido a la oposición recientemente, y los líderes opositores inteligentemente lo notan. Pero no es cierto que todos lo respaldan, algunos solo esperan que se equivoque o que ceda el turno para sustituirle. Y en parte porque ven sus carencias, asociadas a su liderazgo conciliador. Parece contradictorio, pero el ala demócrata de la política venezolana necesita un líder que demuestre autoridad, o su voluntad de ejercer su poder.
– ¿Por qué cree que algunos dirigentes latinoamericanos no terminan de condenar la dictadura venezolana? ¿Qué les diría a ellos?
– Algunos actúan en función de un realismo político miope, creen que está en el interés de sus países evitar una confrontación abierta y otros simplemente tienen rabo de paja. Si el escándalo Odebrecht ha sacudido las democracias del continente, deja que se destapen las contribuciones del chavismo a la política hemisférica.
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– Se esperaba que algunas instituciones de Venezuela pudieran alzarse contra el régimen de Miraflores. ¿Por qué cree que no ocurrió?
– La única institución que podría alzarse es el Ejército y esta es una no institución, es decir es una organización disfuncional. No se rige por las normas tradicionales de una fuerza armada, es un sistema mafioso que depende en gran parte del estado actual del poder en el país. La jerarquía no es meritocratica, ni siquiera por antigüedad, depende de la posición respecto al poder político y económico y de la vigilancia cubana.
– ¿Hasta dónde llega la corrupción y el narcotráfico en el régimen?
– El régimen es la corrupción y el narcotráfico, no hay otro régimen.
– ¿Qué le diría a Maduro si tuviera la oportunidad de tenerlo frente a usted?
– A Maduro le diría: “La Historia no te absolverá, La Haya tampoco”.
Twitter: @TotiPI
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