Cuando Dayana Castro se enteró de que la cita para solicitar asilo en Estados Unidos por la que había esperado más de un año fue cancelada de un momento a otro, no lo dudó: se dirigiría al norte como fuera.
Por AP
A esta migrante de 25 años, su esposo y sus hijos de cuatro y siete años no les quedaba nada en su país, Venezuela. Ya habían superado el peligroso Tapón del Darién que separa Colombia de Panamá y a los grupos criminales que se aprovechan de personas en su situación.
Castro era una de las decenas de miles de migrantes en todo México que tenían citas programadas para solicitar asilo en la frontera de Estados Unidos hasta febrero, hasta que el presidente Donald Trump asumió el cargo y emitió una serie de órdenes ejecutivas para reforzar la seguridad fronteriza y reducir la migración. Una de ellas anuló el uso de la aplicación CBP One, que había permitido que casi un millón de personas, muchas buscando asilo, ingresaran legalmente al país desde enero de 2023.
“Pensamos seguir”, afirmó Castro desde un pequeño refugio en el centro de México, junto a la vía de un tren de mercancías que iban a tomar hacia el norte, recordando que no podrían dar marcha atrás después de todo lo que pasaron, de todos los países que cruzaron.
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