Edmundo González Urrutia ha llegado hoy martes a Ciudad de Guatemala, desde Santo Domingo, para prolongar la gira americana iniciada en Buenos Aires el 3 de enero. El ganador electoral de Venezuela, que debería haberse juramentado como presidente legítimo del país petrolero el viernes pasado, ha elegido a la nación centroamericana para retomar la lucha contra el régimen chavista tras fracasar en su intento de aterrizar en Venezuela el pasado viernes.
El equipo político del diplomático sopesó varias opciones para decantarse con Guatemala, con cuyo presidente, Bernardo Arévalo, conversó el tándem democrático la semana pasada. La reunión entre ambos está prevista para este miércoles. Pese a formar parte del Grupo de Puebla, el mandatario progresista ha apoyado sin ambages la causa venezolana.
Costa Rica y Chile también figuran en la agenda opositora, más allá de las gestiones que se realizan para que la nueva administración de Donald Trump también dé su espaldarazo a Machado y González Urrutia. Tras Argentina y Uruguay, Edmundo visitó EEUU, Panamá y República Dominicana, recibiendo en todos los países el apoyo de la diáspora venezolana.
Estados Unidos, Canadá, Italia, Israel, Argentina, Uruguay, Paraguay, Perú, Ecuador, Costa Rica y Panamá ya han reconocido a Edmundo como presidente electo de Venezuela, frente al usurpador Nicolás Maduro, autocoronado presidente de facto con el beneplácito del generalato chavista.
El antiguo embajador en Argentina aterrizo en Guatemala en vuelo privado una semana después del secuestro de su yerno. «Mis nietos vivieron un momento de terror cuando se llevaron a su padre. Ese terror crece cada día por su ausencia, siete días después no sabemos ni dónde ni cómo está Rafael Tudares. ¡Queremos justicia y libertad!», protestó Edmundo en sus redes sociales cuando estaba a punto de despegar de Santo Domingo.
Agentes chavistas encapuchados detuvieron a Tudares de forma ilegal cuando llevaba a los dos nietos de Edmundo al colegio. Una operación preparada por el aparato de inteligencia del chavismo para chantajearle y menoscabar su moral en las horas previas al 10E.
«Como esposa y madre de nuestros dos niños, que vieron cómo se lo llevaron, pido nuevamente su libertad. Sus hijos no merecen sufrir. ¡Un secuestro injusto e inhumano!», denunció Mariana González, la hija mayor de González Urrutia.
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