Entusiasmado por la caída del Clan Assad en Siria, Edmundo González Urrutia define un plan de acción político que tendría dos fases sucesivas: la crisis interna de la dictadura de Nicolás Maduro y su asunción presidencial junto a María Corina Machado, prevista para el 10 de enero de 2025.
En este contexto, el plan político de González Urrutia tiene una certeza y un interrogante.
La certeza, acorde a la información que llega desde Madrid, es la siguiente: el presidente electo de Venezuela dejará su exilio en España y regresará a Caracas para forzar su jura en el Palacio Miraflores. Ya lo decidió y se reserva la fecha de aterrizaje en Venezuela para no alertar al aparato ilegal de Maduro.
El interrogante, en cambio, implica a la estabilidad del régimen caribeño: Maduro no ha dado señales de debilidad política y se apresta a consumar el fraude electoral cometido en los comicios del 28 de julio.
El dictador ya sabe que su ceremonia de asunción será rechazada por todas las democracias del mundo, y que a su lado sólo estarán Miguel Díaz-Canel, Daniel Ortega y los enviados especiales de Xi Jinping y Vladimir Putin.
Sin embargo, y a diferencia de las expectativas políticas del régimen, González Urrutia y María Corina Machado creen que Maduro no asumirá. El presidente electo y la líder de la oposición sostienen que la dictadura caerá antes del 10 de enero.
La voluntad política de González Urrutia y María Corina Machado ha descartado un plan que ya fracasó con Donald Trump y Juan Guaidó. La dictadura no entiende de sutilezas políticas, y al final del proceso guionado desde la anterior administración republicana, Maduro se quedó en el poder y Guaidó languideció sin cumplir con su mandato popular.
Desde esta perspectiva histórica, González Urrutia y María Corina Machado no tienen intenciones de convivir con el régimen caribeño simulando que detentan el poder institucional, mientras Maduro controla el Estado, la economía y el aparato represivo.
Con extrema cautela, adentro y afuera de Venezuela, ambos representantes de la oposición empujan una rebelión ciudadana para quebrar a la dictadura y forzar su abrupta caída.
González Urrutia opera desde Madrid, en tanto que Corina María Machado -saltando de casa en casa- aprovecha su experiencia política para movilizar a la sociedad venezolana.
A nivel internacional, González Urrutia y María Corina Machado tienen un respaldo sólido y activo. Cuentan con Estados Unidos, la Unión Europea, y ciertos países de América Latina como Argentina, Chile, Costa Rica, Ecuador, Paraguay y Uruguay.
Sin embargo, esta profunda adhesión diplomática se enfrenta a la fuerte lealtad que Maduro tiene en las Fuerzas Armadas y los servicios de inteligencia.
Trump asume el 20 de enero, y su futuro secretario de Estado, Marco Rubio, será confirmado en el cargo unos días más tarde. Es decir: González Urrutia y María Corina Machado recién tendrán plena atención política de la próxima administración republicana cuando la fecha clave del 10 de enero haya pasado.
Rubio es descendiente de exilados cubanos, conoce América Latina y se ha jurado terminar con las dictaduras en la región. El futuro secretario de Estado cree que la caída de Venezuela arrastra a Cuba y Nicaragua, que actúan como proxies de Rusia, China e Irán.
“Tenemos un plan que no podemos revelar, pero nuestra intención es llegar a Venezuela a partir del 10 de enero para asumir el mandato y hacer respetar la voluntad soberana del pueblo de Venezuela”, afirmó González Urrutia en Estrasburgo.
Y remató: “Con temor no se va a la guerra. Yo no voy a una guerra, pero sí voy a la recuperación de la democracia venezolana, y voy con mucho esfuerzo y voluntad para recomponer la legalidad democrática en Venezuela”.
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