Un religioso se encuentra en estado muy grave este sábado y otros tres también resultaron heridos al ser atacados en el monasterio del Santo Espíritu del Monte, en la localidad española de Gilet, provincia de Valencia (este), por un hombre al que buscan las fuerzas de seguridad en unos montes cercanos.
El religioso en estado muy grave permanece ingresado en el Hospital Clínico de Valencia, según confirmó la Comandancia de la Guardia Civil de Valencia, después de que fuentes del Arzobispado de Valencia le hubieran dado por muerto cuando informaron sobre el ataque sufrido por la congregación, formada por siete monjes.
Según indicaron también a EFE fuentes próximas a la investigación, el supuesto autor de la agresión fue por los dormitorios de los religiosos pegándoles. Al menos, hay cinco con lesiones de menor consideración.
Las fuentes añadieron que el supuesto agresor gritaba que él era Jesucristo y los iba a matar; podría tratarse de una persona desequilibrada.
El Centro de Información y Coordinación de Urgencias de Valencia informó de que fue asistido un hombre de 76 años por traumatismo craneoencefálico y trasladado a un hospital.
También se atendió a otros tres hombres, de 57, 66 y 95 años, de contusiones y traumatismos.
Armado con palos y una botella
Uno de los miembros de la comunidad religiosa relató que el agresor utilizó varios palos y una botella para cometer el asesinato y herir a tres religiosos más al grito de «Soy Jesucristo y voy a matar a los frailes».
Lo describió como un «enajenado» de entre 30 y 40 años, robusto, que huyó y se escabulló en la montaña. En todo caso, el desconocido no causó daños materiales ni tenía intención de robar nada, sino que todo su afán era agredirles.
Este religioso, que forcejeó con el sospechoso y resultó herido leve, explicó que estaba en la cocina cuando escuchó gritos en la planta superior del monasterio y subió al pensar que algún compañero se había caído al suelo.
Entonces, se encontró con el agresor en el momento en el que «apaleaba» a sus compañeros «uno detrás de otro y además fuertemente». Los religiosos no saben cómo pudo entrar en el monasterio.
«Un poco asustado sí que estoy, por el miedo a que pueda volver porque estamos en medio del campo», reconoció. «El corazón del hombre es muy bueno y no han faltado personas que han venido a apoyarnos y a ofrecerse para quedarse todo el tiempo que sea», apostilló.
EFE
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