La comunidad internacional se ha dividido en tres grandes bloques ante los controvertidos resultados de la elección presidencial de Venezuela de julio pasado y a falta de poco más de dos meses para la juramentación del mandatario electo por los próximos seis años.
Por Voz de América
Lo común en política exterior es que los gobiernos del mundo expresen sin dilación su reconocimiento de los procesos electorales de otras naciones, feliciten al ganador y hagan votos por mantener una relación cordial.
Sin embargo, Venezuela ha sido una constante excepción a esa regla diplomática. Con la votación de julio, múltiples gobiernos del mundo ya han objetado hasta cuatro procesos electorales nacionales del país suramericano en los últimos siete años, alegando falta de transparencia y reflejo de valores democráticos y garantías.
El Consejo Nacional Electoral proclamó ganador a Maduro con 51,9 % de los votos, sin presentar datos pormenorizados de la elección en las distintas regiones y centros de sufragio, mientras la oposición asegura haber triunfado con casi 37 puntos de ventaja.
Decenas de países reconocieron prontamente la reelección del presidente Nicolás Maduro, otros tantos se negaron a aceptar esos resultados, dando por ganador a los opositores, y otro grupo espera evidencias de la votación para fijar postura.
Misión Verdad, un proyecto comunicacional propagandista del gobierno venezolano, resaltó en agosto que 53 países habían reconocido el triunfo electoral de Maduro y que ellos representaban 33 % de la superficie terrestre y el 42 % de la población mundial.
Entre esas naciones que celebraron la victoria de Maduro están Rusia, China, Irán, Turquía, Corea del Norte, Serbia, algunas del mundo árabe, varias de África y del Caribe, así como los cuestionados gobiernos de Cuba, Nicaragua y Honduras.
En contraparte, también varios gobiernos expresaron sus dudas en cuanto a la transparencia del resultado e incluso hubo administraciones que los calificaron de fraudulento. En Suramérica, la mayoría de los países se muestra contraria a reconocer un triunfo de Maduro sin evidencias, rechaza la grave represión y persecución contra dirigentes y activistas opositores que denuncian organizaciones internacionales y activistas en el país.
Varios gobernantes del continente americano, -algunos de marcadas diferencias políticas – como el chileno Gabriel Boric y el salvadoreño Nayib Bukele, acusaron al chavismo de robarse la votación y denunciaron un “fraude”.
Al menos siete países, entre ellos Estados Unidos y los sudamericanos Argentina, Ecuador, Perú y Uruguay, dieron por válidas las evidencias de las actas divulgadas por la oposición, reconociendo el triunfo de Edmundo González, un diplomático que representó a los partidos del antichavismo en la boleta electoral. Los parlamentos de España y República Dominicana también aceptaron las pruebas opositoras, si bien los gobiernos de sus países no.
Democracias y autoritarismos
La clasificación de quienes no reconocen el triunfo de Maduro y aquellos países que sí lo hacen, se asemeja al comparativo de las naciones que están apegadas a la democracia y quienes presentan retos en este sentido, según el experto en política exterior y diplomacia Juan Francisco Contreras.
“Quienes tienen experiencia democrática, con un sistema de elección donde haya alternabilidad en el gobierno, están a la expectativa de qué va a pasar en Venezuela” y no se apresuraron en aceptar el resultado electoral de julio, a pesar de las denuncias de irregularidades en el proceso y en ausencia de evidencias de la votación, apuntó.
Desde 2017, decenas de países desconocieron procesos electorales en Venezuela, entre ellos la selección de integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente, de corte oficialista; la votación presidencial de 2018 y las parlamentarias de 2020.
La elección de 2018, donde fue reelecto Maduro, derivó en que la oposición denunció la usurpación de la presidencia y en que varios gobiernos, entre ellos EEUU, reconocieran como jefe de Estado a Juan Guaidó, entonces líder del Parlamento de 2015.
Esa estrategia de máxima presión contra Maduro no funcionó y Guaidó, hoy en el exilio, fue relevado del interinato en 2022 por sus aliados de la Asamblea Nacional.
Maduro suele referirse al excandidato presidencial opositor González Urrutia como un presunto “Guaidó 2.0”. Ha acusado a gobiernos extranjeros como Estados Unidos de querer deponerlo con la misma estrategia de sanciones y presiones que en 2019.
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