Como si fuera una maldición asociada a la revolución bolivariana, donde los déjà-vu son siempre la reencarnación de sus desgracias, Venezuela vive hoy un nuevo apagón nacional que recordó al del 7 de marzo de 2019. La luz se apagó sin avisar a las 4:50 horas, cuando el país se preparaba para despertarse. El Gran Caracas y la mayoría de los 23 estados se quedaron a oscuras y con servicios mínimos de Internet.
Horas más tarde se aplicó el Plan Centella, con el que los militares intentan aportar unidades de transporte para la movilización ciudadana. Metro, bancos, centros laborales, restaurantes y todo tipo de negocios se mantuvieron en parálisis total en Caracas a la espera de un servicio que amagó con regresar por minutos, pero que transcurridas ocho horas no se había recuperado ni al 20% nacional.
«¡Calma y cordura, nervios de acero! El fascismo desesperado ataca al pueblo, pero juntos superaremos esta nueva arremetida», pontificó Nicolás Maduro entrada la mañana al asegurar que estaba al frente de las tareas de normalización.
Y al igual que en 2019, el apagón sobrevino en medio del desafío democrático contra el régimen de Nicolás Maduro. Hace cinco años, la oposición liderada por el entonces presidente encargado, Juan Guaidó, se había encarado contra el chavismo con el apoyo de una poderosa coalición internacional. Ahora el apagón llegó un mes y dos días después de la histórica victoria electoral de Edmundo González Urrutia y el consiguiente megafraude orquestado por los bolivarianos.
El diplomático se enfrenta hoy a la tercera citación de la Fiscalía para que concurra en calidad de «entrevistado» por la recogida, digitalización y publicación en Internet de las actas electorales que confirman su victoria por más de cuatro millones de votos sobre Maduro. El fiscal de Maduro amaga con imponer una orden de aprehensión para obligarle a que se presente ante el Ministerio Público, parte del hostigamiento oficialista para que se exilie.
Nada más producirse el corte de servicio eléctrico, el gobierno reaccionó según su manual de propaganda. «Hemos sido víctimas una vez más de un sabotaje eléctrico que ha afectado varios estados del país incluyendo la gran Caracas», aseguró el Ministerio de Comunicación, sin tiempo para saber las causas. El nuevo ministro de Interior, Diosdado Cabello, aprovechó el momento para señalar a la oposición: «Los que atacan al sistema eléctrico, los que planifican estas actividades, tengan la seguridad de que los organismos del estado les van a llegar, aquí va a haber justicia».
Ya durante el primer gran apagón nacional de 2019, el gobierno intentó desviar su responsabilidad culpando a la oposición democrática de sabotear un sistema eléctrico envejecido, víctima de la corrupción sistémica del régimen y de su gestión deficiente. La crisis eléctrica data de 2008, cuando el lastre de la desinversión comenzó a resquebrajar un sistema eléctrico nacional que depende sobremanera de la potencia termoeléctrica del gigantesco embalse del Guri.
Hugo Chávez se dedicaba en aquellos años a extender su revolución por el continente y por el mundo, y a ello entregaba miles de millones de dólares en plena bonanza petrolera. El primer racionamiento eléctrico en Caracas se produjo el 12 de enero de 2010 y desde entonces son miles los cortes de energía que se reproducen por todo el país.
«De lo que sí estamos completamente seguros es que el sabotaje eléctrico que vivimos el día de hoy forma parte del plan golpista que adelantan, han llamado al pueblo a una insurrección. Gente así no puede ser considerada venezolana sabiendo lo que implica una intervención extranjera. Esta señora (por María Corina Machado) que está inhabilitada y yo espero que esté inhabilitada el resto de los días, hoy reitera con estas acciones golpistas su deseo de destrucción», disertó sin ninguna prueba el ministro influencerFreddy Ñáñez.
Todo ello ocurre, sin embargo, cuando los militares mantienen bajo su control las instalaciones eléctricas, algo que se encargan de recordar sus generales de forma periódica a través de las redes sociales. Las pruebas aportadas en esta ocasión no son de momento como las de 2019, cuando el ahora presidente legislativo, Jorge Rodríguez, ilustró con un fotograma de una película de Clint Eastwood la fantasiosa historia de una especie de francotirador de Marvel llegado desde el imperio, capaz de derribar torres eléctricas en distintos puntos del país
La realidad, como casi siempre en revolución, tiene muy poco que ver. «Las causas son las fallas evidentes por sus políticas erradas. Se evidencia que el sistema está perdiendo la capacidad de control en horas de máxima demanda y en horas de mínima demanda. Llevan 5.035 días ocultando la verdad al país del sector eléctrico venezolano. Ellos son los saboteadores y los causales de la miseria energética», esclareció José Aguilar, uno de los principales expertos eléctricos venezolanos.
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